El diciembre del año 2001 yo figuraba trabajando para una mujer otrora millonaria de la Venezuela Saudita que pensaba desquitarse de su marido mediante un libelo infamante cuya redacción me encargó. Por esos días me enteré de manera chocante del suicidio del pianista Óscar Gacitúa a quien vi en 1999 tocar en Puerto Montt en un homenaje dedicado a los 150 años de la muerte de Chopin. En aquella ocasión tocó unas baladas, unos nocturnos y la sonata op. 35.
El piano del teatro Diego Rivera de Puerto Montt estaba desafinado, Gacitúa y Nishihara, que así se llamaba el pianista que lo acompañaba, se lo tomaron con soda, tocaron con la misma dignidad que habrían tocado en cualquier sitio. Otro pianista cuya nacionalidad y nombre no recuerdo, decidió no tocar, ofendido por la falta de profesionalismo de los chilenos. Finoli.
Poco después del concierto compré: “Gacitúa plays Chopin in Poland” un concierto realizado en la ciudad de Bydgoszcz el 5 de diciembre de 1997, disco que he copiado una veintena de veces a amigos. Anoche lo escuché, recordé el box-set de Gacitúa del 2004 que David me regaló y entonces me puse a repasar cada disco, cosas que otros interpretes chilenos no consideran como dignos de formar parte de su repertorio, como el Concierto para Piano de Carlos Riesco, la Rapsodia en Cuatro Movimientos de David Serendero, las Doce Variaciones para Piano de Juan Lemann, que de hecho está dedicada a Gacitúa, las Diez Variaciones en Fa de Alfonso Letelier y las Alabanzas a la Virgen de Juan Orrego Salas. Viva Gacitúa.
El piano del teatro Diego Rivera de Puerto Montt estaba desafinado, Gacitúa y Nishihara, que así se llamaba el pianista que lo acompañaba, se lo tomaron con soda, tocaron con la misma dignidad que habrían tocado en cualquier sitio. Otro pianista cuya nacionalidad y nombre no recuerdo, decidió no tocar, ofendido por la falta de profesionalismo de los chilenos. Finoli.
Poco después del concierto compré: “Gacitúa plays Chopin in Poland” un concierto realizado en la ciudad de Bydgoszcz el 5 de diciembre de 1997, disco que he copiado una veintena de veces a amigos. Anoche lo escuché, recordé el box-set de Gacitúa del 2004 que David me regaló y entonces me puse a repasar cada disco, cosas que otros interpretes chilenos no consideran como dignos de formar parte de su repertorio, como el Concierto para Piano de Carlos Riesco, la Rapsodia en Cuatro Movimientos de David Serendero, las Doce Variaciones para Piano de Juan Lemann, que de hecho está dedicada a Gacitúa, las Diez Variaciones en Fa de Alfonso Letelier y las Alabanzas a la Virgen de Juan Orrego Salas. Viva Gacitúa.