
El piano del teatro Diego Rivera de Puerto Montt estaba desafinado, Gacitúa y Nishihara, que así se llamaba el pianista que lo acompañaba, se lo tomaron con soda, tocaron con la misma dignidad que habrían tocado en cualquier sitio. Otro pianista cuya nacionalidad y nombre no recuerdo, decidió no tocar, ofendido por la falta de profesionalismo de los chilenos. Finoli.
Poco después del concierto compré: “Gacitúa plays Chopin in Poland” un concierto realizado en la ciudad de Bydgoszcz el 5 de diciembre de 1997, disco que he copiado una veintena de veces a amigos. Anoche lo escuché, recordé el box-set de Gacitúa del 2004 que David me regaló y entonces me puse a repasar cada disco, cosas que otros interpretes chilenos no consideran como dignos de formar parte de su repertorio, como el Concierto para Piano de Carlos Riesco, la Rapsodia en Cuatro Movimientos de David Serendero, las Doce Variaciones para Piano de Juan Lemann, que de hecho está dedicada a Gacitúa, las Diez Variaciones en Fa de Alfonso Letelier y las Alabanzas a la Virgen de Juan Orrego Salas. Viva Gacitúa.