No bastaron tres encarcelamientos los regímenes de Luis XVI, la república y Napoleón, ni en la muerte lo pudieron dejar en paz. Primero lo enterraron en un cementerio cristiano con una cruz encima y todo. Luego los seguidores de Franz Joseph Gall, estudiosos de la frenología, que eran muy disciplinados, robaron su cráneo para estudiarlo, cosas de frenólogos. Y bueno, sus estudios dieron como resultado que el cráneo de Sade era como el de todas las personas de su edad, mostraba una mezcla perfecta de vicios y virtudes, de benevolencia y tendencia al crimen. Era pequeño y bien formado, de hecho, de a primeras podría haber sido tomado por un cráneo de mujer, sobre todo por el desarrollo de los sectores atribuidos a la ternura y el amor por los niños. De hecho, el desarrollo de estos rasgos sólo eran comparables a los del cráneo de Heloísa, modelo de la ternura y del amor.