En la localidad inglesa de Devon vive David Alvand, un tipo que al parecer odia a sus vecinos y no sólo desea no verlos sino también que ellos no tengan la más mínima noció de lo que él pueda estar haciendo. Hace varios años instaló en su patio un muro de 3.6 metros de altura que le valió una demanda y que estuvo a punto de llegar a la corte europea de derechos humanos. Tuvo que botar ese muro. En venganza investigó cuál era el árbol de crecimiento más rápido, compró semillas de la especie leylandii, las plantó y se sentó a esperar. Eso fue en 1991, hoy podemos verlo satisfecho frente a su casa y a su árbol de 10 metros de altura. Misión cumplida.
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