Bloc de notas y archivo de columnas, traducciones, poemas y escritos varios de Rodrigo Olavarría
30 noviembre, 2006
El sueño de anoche #4
Soñe que iba a una fiesta que quedaba muy lejos subiendo por Av. Perú, mucho más lejos que la casa de Simón V. El lugar estaba mezclado con mis recuerdos de la población Montt de Puerto Montt. Iba en una micro amarilla, a toda velocidad por la avenida y en una esquina se sube, ante mi desconcierto, Violeta K.
Le pregunto que qué hace acá y eso, me responde que va a una fiesta. Me pregunta que qué hago yo y yo le respondo que voy a una fiesta. La misma fiesta. Llegamos, nos regalan collares de perlas rojas muy grandes y saludamos a mucha gente. No recuerdo por qué pero poco después figuramos en la calle caminando, yo la acompañaba a su casa, que era una de varias casas parecidas en un barrio de casas así, parecidas. La dejo en casa, nos despedimos y me voy. Tomo la micro, poco más allá me bajo de la micro y vuelvo a su casa, toco la puerta y me abre una anciana que me dice: aquí no vive ninguna Violeta.
Cuando empiezo a alejarme escucho un silbido, me doy vuelta y es Violeta asomada al sótano de la casa de la vieja, me hace unas señas y me guía al sótano de esa casa donde vive como un fantasma. Recuerdo un detalle, le pregunto: y ¿cómo haces para cocinar? Ella responde: fácil, como pan tostado. No recuerdo mucho más después, sólo imágenes inconexas.
Le pregunto que qué hace acá y eso, me responde que va a una fiesta. Me pregunta que qué hago yo y yo le respondo que voy a una fiesta. La misma fiesta. Llegamos, nos regalan collares de perlas rojas muy grandes y saludamos a mucha gente. No recuerdo por qué pero poco después figuramos en la calle caminando, yo la acompañaba a su casa, que era una de varias casas parecidas en un barrio de casas así, parecidas. La dejo en casa, nos despedimos y me voy. Tomo la micro, poco más allá me bajo de la micro y vuelvo a su casa, toco la puerta y me abre una anciana que me dice: aquí no vive ninguna Violeta.
Cuando empiezo a alejarme escucho un silbido, me doy vuelta y es Violeta asomada al sótano de la casa de la vieja, me hace unas señas y me guía al sótano de esa casa donde vive como un fantasma. Recuerdo un detalle, le pregunto: y ¿cómo haces para cocinar? Ella responde: fácil, como pan tostado. No recuerdo mucho más después, sólo imágenes inconexas.
27 noviembre, 2006
22 noviembre, 2006
21 noviembre, 2006
Un poema de Carmen Beltrán
MI ABUELA
Mi abuela tiene casi 90 años.
Mi abuela tiene casi 90 años
y no se acuerda ni de cómo me llamo yo,
ni sus hijos, ni sus demás nietos.
Tampoco el presidente, el rey o el papa.
Mi abuela tiene casi 90 años
y llora mucho
y tiene incontinencias varias.
Mi abuela tiene casi 90 años
y, por su puesto, no tiene dientes.
Pero me acaba de contar mi madre
que se pone papel del váter en el sujetador
para que le abulten las tetas.
(Editorial CELYA, 2005)
Tomado de http://montealegrepedro.blogspot.com/
Mi abuela tiene casi 90 años.
Mi abuela tiene casi 90 años
y no se acuerda ni de cómo me llamo yo,
ni sus hijos, ni sus demás nietos.
Tampoco el presidente, el rey o el papa.
Mi abuela tiene casi 90 años
y llora mucho
y tiene incontinencias varias.
Mi abuela tiene casi 90 años
y, por su puesto, no tiene dientes.
Pero me acaba de contar mi madre
que se pone papel del váter en el sujetador
para que le abulten las tetas.
(Editorial CELYA, 2005)
Tomado de http://montealegrepedro.blogspot.com/
20 noviembre, 2006
17 noviembre, 2006
I was five and he was six, we rode horses made of sticks
Esta foto prueba que nada de lo que puede salir bien sale bien. El que tiene el arma por el mango es James Dean, el otro es Ronald Reagan, otrora presidente de ustedes saben donde. Le podría haber ocurrido un Brandon Lee, mínimo.
O al menos podría haber tenido el desatino de comprarse un Porsche 550 Spyder.
¿Y si hubiera sido al revés?
O al menos podría haber tenido el desatino de comprarse un Porsche 550 Spyder.
¿Y si hubiera sido al revés?
15 noviembre, 2006
Propinas, 365 decepciones y suicidios aplazados
En una crónica del libro "Relatos Reales", Javier Cercas explica la teoría de la propina de Josep Pla según la cual todas las cosas que resultan en la vida no son más que propina, por ejemplo, saliste de tu casa y no entraron a robar... PROPINA, ganaste un premio de lotería, PROPINA.... Todo lo que no es catástrofe en la vida es propina... El optimista cree que ha venido al mundo a ser feliz, el pesimista a venido a evitar desastres y a cobrar propinas.
Todo esto a pito de Mariano José de Larra, un optimista que volóse los sesos poco después de escribir un artículo horriblemente triste titulado "La Noche Buena de 1836". Él mismo se acusa de optimismo en el artículo en cuestión: "el corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer; sin duda por esa razón creen los amantes, los casados y los pueblos a sus ídolos, a sus consortes y a sus gobiernos".
Ambrose Bierce, que era optimista define al año así: "Periodo de 365 decepciones". Claro, un pesimista de verdad no espera nada de la vida entonces lo que recibe le viene bien. Ejemplo: "Si Nada esperas, cuanto te depare el día, por poco que sea será mucho".
Aquí conviene recordar a Cioran: "Un libro es un suicidio aplazado."
Todo esto a pito de Mariano José de Larra, un optimista que volóse los sesos poco después de escribir un artículo horriblemente triste titulado "La Noche Buena de 1836". Él mismo se acusa de optimismo en el artículo en cuestión: "el corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer; sin duda por esa razón creen los amantes, los casados y los pueblos a sus ídolos, a sus consortes y a sus gobiernos".
Ambrose Bierce, que era optimista define al año así: "Periodo de 365 decepciones". Claro, un pesimista de verdad no espera nada de la vida entonces lo que recibe le viene bien. Ejemplo: "Si Nada esperas, cuanto te depare el día, por poco que sea será mucho".
Aquí conviene recordar a Cioran: "Un libro es un suicidio aplazado."
El sueño de anoche #3
Estoy en Puerto Montt arriba de un colectivo con mi hermana menor, vamos a toda velocidad, le digo al chofer que pare el auto en la siguiente esquina y el tipo no para, sigue manejando a toda velocidad alejándose de nuestro destino, el cual no tenía importancia en el sueño. Pasan una, dos, tres, cuatro, siete, ocho cuadras y el tipo no se detiene. En ese momento empiezo a gritar como loco, lo empujo, entonces él se de de vuelta y me golpea en la cara. Entonces yo le sostengo los brazos y le digo: - ¡¡¡Voy a chocar tu mierda de auto!!!! El tipo me mira aterrorizado, mi hermana curiosamente está tranquila. Me mira y me sonríe mientras vamos a toda velocidad por una calle cercana al consultorio Angelmó de Puerto Montt. Entonces chocamos. El auto en que vamos se incrusta contra otro auto similar, la cola de nuestro auto se levanta y vuelve a caer. Mi hermana se baja del auto, me dice - ¡¡¡Vamos, corre!!! Suelto al tipo, lo miro y está bien, eso sí muy enojado, lo suelto y salgo corriendo. Acto seguido, estamos en el estadio, un equipo de futbol jugaba de visita y perdía 2-0, poco antes del final lograban remontar y ganaban 3-2, mi hermana y yo aplaudíamos. El partido terminaba y ante los abucheos de los locales, nuetsro equipo se forma en línea, se bajan los shorts y les muestran al público que no tienen cojones, literalmente. Mi hermana y yo gritamos felices, entonces un tipo me toca el hombro, me doy vuelta y me da un puñetazo en la cara.
13 noviembre, 2006
Anna Karina lee
04 noviembre, 2006
Conversación Con Cai Cai
R: Por favor, deja de llorar.
C: (grita)
R: ¿Qué puedo hacer para que dejes de llorar?
C: (llora aún más fuerte)
R: ¿Te cuento algo? Creo que me dieron ganas de comer un helado.
C: No.
R: ¿Puedo comer un helado?
C: No.
R: ¿Por favor?
C: No.
R: ¿Uno sólo, pequeñito?
C: No. Tú, no.
R: ¿Y tú?
C: Si.
R: Pero comamos helado los dos, ¿te parece?
C: No. (pausa) Tú, no.
(quince minutos después, frente a los congeladores)
C: Drodi, cómete un helado.
R: ¿Puedo?
C. Si, ese.
R: ¿Cuál, el Cobra?
C: No, el de sepiente no. El de centella.
R: Ah ya, gracias.
C: (grita)
R: ¿Qué puedo hacer para que dejes de llorar?
C: (llora aún más fuerte)
R: ¿Te cuento algo? Creo que me dieron ganas de comer un helado.
C: No.
R: ¿Puedo comer un helado?
C: No.
R: ¿Por favor?
C: No.
R: ¿Uno sólo, pequeñito?
C: No. Tú, no.
R: ¿Y tú?
C: Si.
R: Pero comamos helado los dos, ¿te parece?
C: No. (pausa) Tú, no.
(quince minutos después, frente a los congeladores)
C: Drodi, cómete un helado.
R: ¿Puedo?
C. Si, ese.
R: ¿Cuál, el Cobra?
C: No, el de sepiente no. El de centella.
R: Ah ya, gracias.
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