05 diciembre, 2012

Vladimir Maiakovski en La Habana

En 1925, Vladimir Maiakovski cuando se dirigía a México y a Estados Unidos, hizo una brevísima escala en la capital cubana, este es un pequeño fragmento de sus impresiones.

 

Al regresar no podía encontrar el camino. Recordé la calle por un cartelito esmaltado con la inscripción Tráfico. Por lo visto, el nombre de la calle era claro, pero recién después de un mes supe que esta palabra puesta en millares de calle significaba la dirección del tránsito. Antes de partir al barco corrí en busca de periódicos. En la plaza me retuvo un mendigo. Al principio no pude comprender si me pedía ayuda, pero el rotoso me miró extrañado y me dijo: 

- “Do you speak English? – ¿Habla Español? - ¿Parlez-vous Français ?”. 

Contesté al fin, tartamudeando en una mezcla de idiomas. 

- “Y am Russian”. 

Fue una actitud impensada, el mendigo me tomó con las dos manos del brazo y empezó a gritar. - “¡Hurra! ¡Hurra! Y am bolchevique. Yo soy bolcehevique. Je suis bolchevique. ¡Hip Hip Hurra!”. 

Yo desaparecí bajo la mirada alarmada y asombrada de la multitud mientras el mendigo me seguía dando vítores. 

El barco partió con el himno de los mexicanos. ¡Cómo adorna el himno a la gente! Hasta los comerciantes más burgueses se ponían serios y saltaban inspirados gritando algo así como: 

“Esta listo el mexicano, 
para subir a tu caballo…” 

A la hora de la cena sirvieron comidas desconocidas para mí. Unos cocos verdes con manteca vegetal, algo así como unas paltas y una fruta llamada mango, una caricatura de la banana con un trozo grande y peludo. De noche todos miraban con envidia el punteado de las luces de la costa, los faroles lejanos de la vía ferroviaria de Florida. 

En las columnas de hierro de la tercera clase, en las que atan los cables, me senté junto a una dactilógrafa que emigraba desde Odessa. La muchacha me hablaba llorando. - “Me dejaron sin trabajo, pasé hambre, mi hermana también perdió su trabajo. Un primo mío nos llamó desde América, dijo que fuéramos. Partimos y ya hace un año que viajamos de ciudad en ciudad. Mi hermana anda con angina de pecho y tiene un absceso. Llamé al doctor de la tercera clase y no quiso venir a verla”. “Nos obligó a ir al consultorio. Nos hizo desvestir. Sentado junto a otro sujeto que se reía. Nos quisimos bajar en La Habana para que trataran a mi hermana, pero nos rechazaron con un golpe en el pecho. Nos dolió mucho esa actitud. Lo mismo ya nos había pasado en Estambul y en Alejandría. Somos tres. Nunca en Odessa pasamos estas penurias. Tenemos que esperar dos años para pasar de México a los Estados Unidos… ¡Qué feliz debe ser usted! Estará dentro de seis meses en Rusia, después de viajar por el mundo y verá la madre patria nuevamente.”

Aquí hay dos artículos muy recomendables sobre el viaje de Maikavoski, uno en Cuba Encuentro y el otro en La Jiribilla.

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