Al final de “Alameda tras las rejas”, cuando ya hemos avanzado por este diario de vida repleto de historias de amor y de desamor, lo único que vemos, en las últimas dos páginas, no son anotaciones ni poemas ni citas, sino las copias de 2 recibos que indican el peso y la altura de un hombre y una mujer. Intuimos, claro, que el hombre es el protagonista y dueño de este diario, y que la mujer es alguna de las mencionadas a lo largo del libro. La imagen, en serio, es desoladora, pero también esconde cierta ternura y gracia que se logra percibir a lo largo de este debut del poeta y traductor Rodrigo Olavarría (1979).
Poemario, diario de vida, una autobiografía encubierta o, quizás, simplemente, una novela: “Alameda tras las rejas” se escabulle de cualquier definición y se inserta en ese raro mundo de los libros que rompen la frontera de los géneros. De hecho, el mismo Olavarría escribe al comienzo: “A mí no me interesa la literatura, lo que yo estoy haciendo es escribir un libro”. Y ese libro es este diario que transcurre entre septiembre de 2004 y agosto de 2005. Casi un año en que Olavarría registra sus historias, los recuerdos, sus lecturas, las canciones y películas que lo acompañaron, pero por sobre todo, anota las historias de amor que le van sucediendo y que él recuerda; las anota con la urgencia de quien sabe que mañana podrían acabarse. O peor: olvidarse. “Es seguro que dentro de dos semanas, pese a estas notas, ya no creeré en lo que siento. Pero es necesario dejar una huella de este deambular que olvida la memoria”.
Entre medio de citas a canciones y poemas en inglés, también surge el pasado, la infancia, la adolescencia en el sur de Chile, las chicas que aparecen y desaparecen, rompiéndole el corazón al protagonista pero también sufriendo por él. Son la memoria y el olvido lo que atraviesan estos diarios; por eso no es casualidad que una de las películas que más se cite sea “Eterno resplandor de una mente sin recuerdo”. Es como si el protagonista entendiera que todas las historias sólo tendrán sentido en la medida que queden registradas. Y esto, a pesar de la conciencia que tiene sobre el ejercicio de la escritura: “Contar una historia es perderla”.
“Alameda tras las rejas” son las anotaciones de alguien que no se toma tan en serio la vida, a pesar de caer, a ratos, en una melancolía cercana a las canciones de Tom Waits o alguna de “69 love songs”, de The Magnetic Fields. De hecho, “The book of love”, funcionaría como la banda sonora perfecta de este diario que entrega momentos notables, como cuando el protagonista narra la historia de un médico al que se le murió la novia meses antes de casarse y que decidió conservar el cuerpo en su casa, por más de 40 años, hasta que lo descubrieron. Cuando lo encontraron, el cuerpo llevaba una máscara, un vestido de novia y sólo conservaba el corazón. Finalmente el médico murió un tiempo después de quedar en libertad. Y Olavarría anota, al final de la historia: “Yo creo que el amor es un poco así”. Así: retorcido, triste y sorprendente como sus propias anotaciones.
Diego Zuñiga, Rolling Stone, diciembre, 2010.
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